martes, 12 de diciembre de 2017

La rentabilidad de los oficios tradicionales

Fotografía de Steve Pyke, incluida en Sabía leer el cielo
Recuerdo en este año 2017 en una reunión, de personas interesadas en lo rural y en la supervivencia de sus oficios y costumbres tradicionales, convocada por las compañeras de Arrelaires en el Albergue La Surera de Almedijar, surgió uno de los debates que suelen surgir en este tipo de ambientes. Este no era otro que la rentabilidad de los oficios tradicionales. Si estos se habían abandonado es porque ya no eran rentables. La cantidad de horas empleadas en cada uno de estos oficios y el precio pagado por cada una de ellas hacían que estos oficios estuvieran condenados al olvido. Aunque en ese momento surgió el tema de la alfarería y de la agricultura, podríamos extender el problema a todos los demás oficios. El mundo en el que hoy vivimos no hay sitio para actividades de ese tipo y eso ha sido lo que ha acabado con el mundo rural.

Pensamos que, aunque es difícil debido al condicionamiento social que nos imponen, hemos de aprender a  mirar al extinguido mundo rural desde una mirada no mercantilista. Hemos de ser capaces de observar que la visión que hoy tenemos del mundo, y de la vida, no es la misma mirada con la que se regían en el pasado por mucho que nos cueste imaginarlo. El mundo campesino, tanto en nuestra comarca como en el resto del mundo, siempre se ha dedicado a múltiples tareas. Con unas economías familiares en las que todos los miembros trabajaban juntos, y dedicados a diversas tareas no podemos decir que ninguna de ellas resultaran rentables, ya que todas contribuían con su pequeña parte a que toda la economía familiar resultara rentable. Pero aun así con nuestra  mirada condicionada por la economía moderna, seguiríamos sin verlo rentable.

¿Cuándo los oficios tradicionales han sido rentables? Si miramos  la trayectoria de los cientos de años de existencia de las actividades a las que nos estamos refiriendo podríamos decir que rentables, en el sentido moderno del término, han sido muy pocos los años que lo han sido. Nuestros antepasados que se dedicaron solo a una tarea fueron minoría. La gran mayoría hacía de todo un poco. Primero se trabajaba para la economía doméstica y después el excedente se vendía o intercambiaba. Es algo que en el Alto Palancia hemos visto hasta hace nada. Solo por poner un caso en el que se ve claramente: las familias cogen sus olivas y sus almendras para casa y cuando hay excedente se comercia con él. El que haya gente que se dedique profesionalmente a la almendra o a la oliva han sido casos excepcionales que cada vez más se están convirtiendo en la norma. Hemos pasado de un darle “valor de uso” a un “valor de cambio”. Se está abandonando una tarea que se ha realizado siempre familiarmente para acabar haciéndola empresarialmente.

Si recogemos testimonios de nuestros mayores podremos observar la cantidad de tareas a las que se dedicaban. Las mujeres y los hombres hacían de todo ya que nada, o todo, les era rentable. Los campesinos y las campesinas eran todo: ganaderos, costureras, agricultores, albañiles, panaderas, artesanos, carpinteros, cocineras, cazadores, recolectoras silvestres, apicultores, queseras… Hoy cuando todo ello esta mercantilizado, y pretendemos dedicar toda nuestra vida a una sola de todas esas actividades, hablamos de rentabilidad cuando la verdad es que si alguna vez llego a ser rentable fue durante una parte muy breve de toda su existencia. Cuando hoy vemos las horas dedicadas a cualquiera de los oficios de los que estamos hablando y el salario pagado por cada una de ellas para nosotros no es rentable.

Como dice Marc Badal en su libro Vidas a la intemperie: “El objetivo domestico del campesinado es la reproducción del grupo doméstico. Su trabajo no persigue el lucro sino la supervivencia. El mantenimiento y la mejora del estatus adquirido. En las economías campesinas, el capital invertido o las horas realizadas no tienen una relación directa con el beneficio obtenido. La retribución de la fuerza de trabajo no tiene un salario o una asignación fija. Cuando están en casa, las familias campesinas cobran siempre en especie. Su remuneración no depende de lo mucho o poco que hayan trabajado sino de lo llenos que estén el granero y la despensa”.[1]

Muchos historiadores y economistas verán con buenos ojos que todo esto haya dejado de existir en nombre del Progreso. Pero este etnocidio es un drama del que empezamos a ver sus consecuencias. La gestión que hacían de su entorno y la multiplicidad de tareas son elementos que debemos de recuperar para hacer frente a la enorme cantidad de problemas tanto sociales como ambientales que amenazan a la sociedad moderna. El abandono de lo rural, el hacinamiento en las ciudades y la mercantilización absoluta de todo nos está creando una serie de problemas muy graves que hace unos años nos parecerían de una película de ciencia ficción. Si volviéramos a recuperar actividades como las que estamos hablando, no ya buscándoles rentabilidad económica sino para nuestras modestas economías familiares, y por extensión de las comunidades de las que deberían formar parte, empezaríamos a ser más conscientes de todo lo que hemos perdido, de lo necesario que es todo ello para nuestra vida futura y de la mala gestión que ha hecho el Capital con nuestro entorno.

En aquella reunión miembros El Cantal ya dijeron aquello de que “Lo que no se conoce no puede estimarse” y ellos están haciendo una labor muy importante de catalogación y reparación entre los que se encuentran muchos elementos de arquitectura popular. Totalmente de acuerdo no puedes valorar a aquello de lo que no sabes ni de su existencia; el problema es cuando ya no le vemos utilidad y lo vemos un objeto muerto solo como un decorado para el consumo. Tenemos que ser conscientes de que al igual que los oficios tradicionales, esos elementos que están recuperando tienen que volver a ser puestos en funcionamiento por el bien de todos y todas, porque la regla no es lo que vivimos ahora como nos han hecho creer. Ahora lo que vivimos es la excepción que confirma la regla. No podemos querer aquello que no conocemos pero tampoco lo podemos querer si no sabemos la importancia que ha tenido utilitariamente (y no como producto de cambio) en el pasado, presente y futuro.

Con la crisis ecológica y social que estamos viviendo solo nos queda echar, desde un punto de vista no mercantilista, una mirada al pasado y aprender de todos aquellos oficios, saberes y tradiciones populares y democráticas que sirvieron durante toda la humanidad y así empezar a superar todo aquello que el sistema capitalista nos impide para poder avanzar como sociedad.

Cecilio Rodríguez



[1] Marc Badal, Vidas a la Intemperie Nostalgias y prejuicios sobre el mundo campesino, Pepitas de Calabaza & Cambalache, 2017

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Certero análisis. Desgraciadamente, en nuestros días pocos se plantean huir del modelo de trabajo capitalista. Cualquier esfuerzo debe tener una traducción económica inmediata, nos han educado para que creamos que lo que no responda a esa dinámica no merece la pena, no es digno de ser tenido en cuenta, que es un esfuerzo absurdo e inútil. Así, hemos perdido grandes valores que antaño eran esenciales.

Cecilio dijo...

Muchas gracias compañer@. Lo vemos incluso en nuestros propios ambientes. A veces no sabes si estamos ahí para cambiar la sociedad o para vender en ecológico.

Anónimo dijo...

Los oficios y artesanos son rentables y mucho. El problema esta al poner precio a sus productos, que los debe de debaluar y referenciarlos a los de los grandres almacenes. Ya que estos ultimos estan subencionados. El economista dira que es oferta y demanda, pero no, es la mano invisible.
Los productos del capital son mas caros porque al precio de venta le denemos de sumar el de la subencion. La administracion local, nacional y europea ha pagado con subvenciones una parte de esos productos. El capitalismo es el estado de bienestar.
Un ejemplo. Solo en el precio del trasporte. Como me explicas que la fruta de america es mas baratas que la local? Por la subvencion.
El problema no termina aqui. El que quiere vivir de un oficio esta atado y requeteatado a la reglamentacion y al pago de impuestos para el Estado.
A pesar de ello hay bastante gente que su viva es la apicultura, el queso, ... y tantos oficios. Donde su ocio es estar con sus abejas y no en el gimnasio levantando hierros y pavoneando sus bultos.

Alfon

Anónimo dijo...

Muy bueno.
Muchas gracias, compañeros, por seguir en la brecha.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias a todos y a todas por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Muy buena info!.. Gracias, recien solicite un préstamo rápidopara salir de un apuro y ya lo veo como una inversion a futuro