domingo, 25 de junio de 2017

Crédito a Muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos.

El pensamiento radical está de capa caída. Incluso en ambientes en los que tradicionalmente  ha tenido su sitio, posturas menos trasformadoras han ido ganándole terreno. Los argumentos de estas posturas, en contra del pensamiento radical, suelen ser siempre los mismos: pintan una situación, más o menos grave y urgente, en lo que la solución inmediata es lo que tiene que primar, que al final es ponerle un parche y no solucionar el problema; al supuestamente no llegar al conjunto de la población tenemos que rebajar nuestro discurso; si vivimos aislados porque vivimos aislados; si estamos sumergidos en la sociedad a la que criticamos, se nos acusa de poca coherencia, etc… Nuestra radicalidad, en el aspecto no peyorativo del término, ha ido siendo menospreciada, como si la teoría no fuera importante. Poco a poco hemos ido abandonando nuestras ideas radicales, despreciando la teoría como si las ideas solo sirvieran en el pasado, no fueran prácticas y nos alejaran de la sociedad en la que vivimos. Hay que ir con cuidado de según qué decir y qué escribir en ambientes supuestamente radicales porque puedes recibir calificativos que no son del agrado de nadie. Se nos acusa de dogmáticos, de puristas, de cerrados, de poco prácticos… por no sucumbir a las políticas de la izquierda y mantenernos inquebrantables en ciertas posturas. Para nosotros no solo es una cuestión teórica si no practica también, son nuestras prácticas las que nos confirman nuestra teoría. En diferentes textos hemos defendido la radicalidad de nuestras posturas, ir al fondo de las cuestiones, no abandonamos las perspectivas que los revolucionarios tuvieron en el pasado ya que para nosotros “todo sigue siendo aún posible”.

Por ello recomendamos este libro de Anselm Jappe “Crédito a Muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos”. Este texto es un elogio a las ideas transformadoras, una crítica radical al capitalismo, que va al fondo, a sus raíces y no solo a su funcionamiento. Con un certero análisis, y una muy buena claridad en la exposición de las ideas, este trabajo es imprescindible para todo aquel que quiera hacerse una idea sobre el fin del capitalismo y la situación de las fuerzas que quieren acabar con él. Más que comentarlo nosotros dejaremos que el libro hable por sí mismo.

Respecto a las críticas al pensamiento radical, que he citado más arriba,  Jappe expone “La crítica radical […] no se propone salvar nuestro modo de vida”. “La evocación ritual de la “política” como única vía posible para cambiar el mundo es el eje de la “izquierda” actual […]. A pesar de la intención explicita de hacer una política “completamente diferente”, caen una y otra vez en el “realismo” y en el “mal menor”[…]”. Contra las soluciones inmediatas expone “Frente a esa crisis de civilización nadie puede proponer honestamente medios eficaces a corto plazo. Pero precisamente porque la situación es tan grave, uno refuerza el mal al decir: actuemos rápido y sin importar como, no tenemos tiempo de discutir, la praxis vale más que la teoría. […]Una primera condición para restablecer las perspectivas del actuar es romper definitiva y claramente con toda “política” en el sentido institucional. Hoy la única “política” posible es la separación radical del mundo de la política y de sus instituciones, de la representación y de la delegación, para inventar en su lugar nuevas formas de intervención directa. En este contexto, resulta de lo más inútil discutir con gente que todavía quiere votar.”  Y continua hablándonos que la crítica radical renuncia a actuar en lo inmediato “Esta renuncia causa a menudo decepción en aquellas personas que desean una crítica social radical, pero que en seguida preguntan “qué hacer con tan bonita teoría”. Sin embargo, es preciso que la crítica se sustraiga a la exigencia permanente de señalar soluciones sobre el terreno. Aunque sea legitimo esperar que una crítica de la sociedad capitalista muestre igualmente una praxis posible de superación, hay buenas razones para insistir en la necesaria autonomía de la teoría”.

La gran mayoría de fuerzas que se dicen llamar anticapitalistas  no pretenden acabar con el capitalismo y con todo aquello nocivo que ha creado, si no apoderarse de ello para gestionarlo de una manera diferente. Los términos en los que se planteaba la revolución (o la emancipación) en el pasado no son los mismos que pueden llevarnos hacia ella. El capitalismo ha cambiado y los sujetos también. En sus propias palabras “[…] la emancipación no puede ser el simple resultado del desarrollo del capitalismo […] no hay ninguna tendencia histórica hacia el comunismo, la revolución  o la emancipación, ni teleología, ni corriente por la que las fuerzas de la emancipación pudieran dejarse llevar; nada que garantice su victoria, nada de estadios que se sucedan de forma natural. No hay fuerzas creadas “a espaldas” del capital, que finalmente lo abolirán, ni inversión “dialéctica”, ni astucia de la razón. La emancipación social si es que ha de darse, será un salto sin red hacia lo desconocido, no la ejecución de una sentencia dictada por la historia. Por el contrario, la tendencia al desastre sí que es objetiva. […] Es la catástrofe la que está programada, no la emancipación […]” El tema es tener en perspectiva ideas y proyectos a largo plazo para frenar el proyecto de destrucción a la que nos empuja el capitalismo. Hablar hoy en día de reparto de la riqueza en las condiciones a las que ha llegado el mundo entero ha quedado obsoleto. Y continua Jappe haciéndonos una crítica de la positividad del marxismo en cuanto a la errónea idea de que es el propio capitalismo quien creara las fuerzas que lo derribaran. “Desgraciadamente, la agravación general de las condiciones de vida en el capitalismo no hace a los sujetos más aptos para derribarlo, sino cada vez menos, porque la totalización de la forma mercancía engendra cada vez más sujetos totalmente idénticos al sistema que los contiene.”

Está claro que es el mismo sistema capitalista el que se va autodestruyéndose ya que choca con límites finitos que había ignorado, hace mucho más él mismo por su autodestrucción que todas las fuerzas que supuestamente han querido destruirlo. “El capitalismo se ha convertido visiblemente en lo que era esencialmente desde el principio: un bestia que se devora a sí misma, una máquina que se autodestruye, una sociedad que, a la larga, no es soportable para nadie, pues consume todos los vínculos sociales y todos los recursos naturales para salvaguardar el mecanismo de acumulación de valor, algo que cada vez resulta más difícil. El capitalismo socava cada día sus propias bases. Decir esto no es una “profecía” relativa al futuro derrumbe del capitalismo, sino resumir lo que ya se produce todos los días.” El tema es ¿Qué surgirá después? Si no somos conscientes de esto y no lo paramos “Cuando sobrevenga su fin, no quedará más que una tierra quemada en la que los supervivientes se disputarán los restos de la “civilización” capitalista. Esta es la realidad cotidiana en una gran parte del “Sur del mundo”; y empieza a serlo en una parte creciente de los países “desarrollados”, incluso en los extrarradios de las metrópolis. Abandonando a su propio dinamismo, el capitalismo no conduce al socialismo, sino a las ruinas […]” Los llamados reformistas o posibilistas, y la izquierda a la que pertenecen, no tienen todo esto en cuenta, siguen creyendo en el Estado y en que su bienestar sigue siendo posible; o que al menos la degradación humana, social y ecológica en curso puede hacérsele frente desde el propio sistema. Continua “[…] hoy no se trata de conseguir que zozobre un sistema fuerte y difícil de combatir, cuya caída, si se produjese, daría lugar automáticamente a algo mejor. Se trata más bien de prever salidas a la disolución del sistema, que ya está en marcha.”

Es más, colectivos con discursos y practicas más transformadoras siguen aferrándose a prácticas que antaño pusieron contra las cuerdas al sistema entero pero que hoy apenas le causan rasguños, tienen la perspectiva de que todo aquello vuelva a producirse, algo con lo que no coinciden con nuestro autor: “[…] las situaciones y los conflictos del pasado nos son de escasa ayuda para decidir nuestra acción de hoy. Ni los movimientos sociales ni las protestas culturales de ayer nos instruyen útilmente sobre lo que podemos hacer hoy en día”, “Estas consideraciones […] se prestan mal a ser traducidas a una estrategia “política” inmediata. Pero después de siglo y medio, muchas proposiciones “concretas” y muchas tentativas “practicas” han conducido a consecuencias opuestas a sus intenciones originales. Tal vez valga más, pues, un modesto progreso teórico, una sencilla toma de conciencia que vaya en la buena dirección […]”

Sin renunciar a la emancipación (así la llama Jappe porque según él el termino revolución está muy deteriorado) expone que hay que volver a pensarla. Sin renunciar a ella y contrariamente a lo que muchos supuestos radicales defienden “Es preciso salvaguardar al menos la posibilidad de una emancipación futura frente a la deshumanización llevada a cabo por la mercancía, que nos expone al riesgo de impedir para siempre cualquier alternativa”. “Se trata de mantener abierto el horizonte de lo posible, de bloquear la deriva hacia consecuencias irreversibles”. Aunque el texto puede resultar negativo mantiene la esperanza. Para acabar os dejamos con estas palabras: “[…] No todo está perdido. La carrera hacia el abismo en nombre de la rentabilidad no solo se encuentra con resignados. Las mismas energías que antaño se dirigían hacia la revolución comienzan ahora a evitar la caída en la barbarie. Una sociedad emancipada o, cuando menos, una sociedad mejor que la que tenemos actualmente sigue siendo posible. Pero es preciso construirla sobre los escombros de la sociedad capitalista. Para alcanzarla se necesita sobre todo un gran esfuerzo de clarificación teórica, un esfuerzo que dé cuenta de hasta qué punto las condiciones del proyecto de emancipación han cambiado. Los frentes se han difuminado por completo; no reconocer este cambio, obstinarse en seguir las mismas pistas que hace cincuenta o cien años, es lo que impide a tantas gentes de buena voluntad comprender el mundo actual –cuyas lacras, sin embargo, perciben claramente- y obrar en consecuencia”.

Cecilio Rodríguez





7 comentarios:

Boix dijo...

Muy interesante el artículo y el ensayo que recomendáis tiene muy buena pinta.
Yo, por el contrario, no puedo evitar cierta tendencia hacia el fatalismo. Creo que como bien decís, el pasado no es determinante, a pesar de que muchos movimientos creen tener el poder de legitimarse a través de las experiencias históricas. Parece ser que cuando la historia es utilizada como una herramienta de acreditación, consigue dar cierta credibilidad a cualquier propuesta por descabellada que sea. A mi juicio, la historia nos ofrece unas lecciones básicas sobre el comportamiento humano y social que por desgracia, a pocos les permitiría ser optimistas. Por eso, creo que el capitalismo conseguirá sobreponerse a las catástrofes que están por llegar y de este modo nos seguirá envenenando y domesticando a placer. Ya ha logrado sobrevivir y reinventarse en el pasado, cuando todos anunciaban su muerte y denostaban sus contradicciones. Por eso creo que nada nos puede hacer pensar que no sea capaz de volver a conseguirlo, sino todo lo contrario, la globalización nos hace cada vez más dependientes de él y la emancipación cada día parece más una quimera.

Cecilio dijo...

Amigo Boix, ante todo muchas gracias por hacer el esfuerzo de leer el articulo ante la inmensidad de artículos que inundan la red y no haberte quedado solo con el titulo. Es de agradecer ya que muchas veces nos da la sensación de escribirle a la nada. Los supuestos movimientos que luchan por la emancipación deberían de tener un debate continuo que no existe y se cae en dinámicas activistas que no nos llevan a ningún lado. Respecto a lo que dices justo hoy estaba leyendo a Kropotkin y me lo has recordado. Te lo cito "[...] el filosofo pesimista concluye triunfalmente que la guerra y la opresión son la verdadera esencia de la naturaleza humana; que los instintos guerreros y la rapiña del hombre solo pueden ser, dentro de determinados limites, refrenados por alguna autoridad poderosa[...]. Dejando de lado las ideas preconcebidas de la mayoría de los historiadores y su evidente predilección por los aspectos mas dramáticos de la vida humana observamos que los propios documentos en los que estos se basan suelen exagerar la parte de la vida humana que se entrego a la lucha y no aprecian debidamente las costumbres pacificas de la humanidad". El tema es que nuestra Historia esta hecha desde el poder y por lo tanto nos presenta la historia de la humanidad y del ser humano, a grandes rasgos, solo en su aspecto negativo; aquel que sirve a sus intereses. Te digo todo esto porque la historia tiene muchos ejemplos, que han quedado olvidados, en los que basarse que nos dan esperanza para el mañana. Son numerosos los ejemplos en guerras, y en desastres naturales, en donde la población ha roto con las reglas del sistema y han creado sus propios códigos derribando poderes que molestaban, y no servían para nada, y han creado comunidades ¿Quien nos dice que las condiciones en las que vivimos, que es seguro que se agravaran en el futuro, no creen una nueva conciencia que rompa con la barbarie en la que se basa nuestro sistema?. Las condiciones en las que vivimos iran a peor, pero quedan esperanzas. No todo esta perdido

Anónimo dijo...

Hola soy Miguel Rivas colaborador de El eco. Lo primero decir que estoy contento del nivel del debate pues parece que se va profundizando en cuestiones de importancia que antes quedaban de lado. Una vez dicho esto y ya centrándome en el artículo decir que como ha destacado Cecilio hay una parte bastante interesante del pensamiento de Jappe pero otra que se ha de someter a la crítica pues es bastante oscura. He leido también Las aventuras de la mercancia y creo que he hechadoe en falta en tu artículo una crítica bastante más dura de Jappe que intentaré mostrar en unos días, pues en algunos momentos se excede en cuestiones que no comparto. Su crítica al reformismo y a la falsa conciencia es interesante pero su propuesta crítica es absolutamente intelectual y chirría bastante. Pronto aportare estas contra-conclusiones.
Que siga el debate.

Boix dijo...

En ese sentido tienes razón. Existen muchos ejemplos que podrían darnos un aliento de esperanza. Es cierto y muy acertado, eso de que la historia "no aprecia debidamente las costumbres pacificas de la humanidad". Desgraciadamente, a pesar de la historia y sus encorsetadas narraciones, es fácil caer en el fatalismo, más si cabe, observando los valores que apremian en nuestro entorno. Creo que el optimismo es necesario, pero el derrotismo es consecuencia de un análisis empírico de nuestra sociedad.
Aun así, como bien dices, no todo está perdido.

Un saludo!

Cecilio dijo...

Esta claro compañero. El sujeto medio de nuestra sociedad actual ve al ser humano como un ser individualista y egoísta, ya que es lo que ve todos los días. Pero lo erróneo es pensar que siempre ha sido así. La sociedad capitalista lo que ha hecho es fomentar el individualismo a ultranza para poder regir las sociedades según los intereses de su élite. Para que esta élite pueda existir era necesario atomizar a los individuo. Para contrarrestar la idea de que siempre ha sido así Kropotkin escribió "El apoyo mutuo", para combatir toda esta idea que ya nos viene desde Hobbes, Darwin, etc... La evolución viene del apoyo mutuo no de de la competencia y hoy todo es competencia por ello asistimos a una deshumanizacion. Y cambiando de tema: coincido con el autor que es necesario "un gran esfuerzo de clarificación teórica, un esfuerzo que dé cuenta de hasta qué punto las condiciones del proyecto de emancipación han cambiado. Los frentes se han difuminado por completo; no reconocer este cambio, obstinarse en seguir las mismas pistas que hace cincuenta o cien años, es lo que impide a tantas gentes de buena voluntad comprender el mundo actual –cuyas lacras, sin embargo, perciben claramente- y obrar en consecuencia”. Por ello seria interesante coger algunos de los capítulos de este libro para poder hacer una lectura en común con su debate. Ahí lo dejo. Esa peña

Anónimo dijo...

Es claro que el pensamiento crítico debe de existir porque es construccion. Y el pensar es hacer en política, por eso la politica no existe sin debate y sin intercambio de ideas, ya que es la gestión economicosocial del territorio. De la propuesta sale la manera de hacer , de gestionar, de politicar (no politiquear). Por eso es preciso el pensamiento cuando esta enfrentado, cuando refutas tus ideas al oponente cuando es crítico.


Ver el colapso hacia donde vamos y no hay respuesta, es tomar la vía muerta. Y hay muchas vías y trenes. Tambien esta el pensamiento utópico que nos da respuesta, es una mirada hacia adelante y con salidas.
El problema es el estado actual del sistema autoritario en el que estamos inclaustrados, sólo hay un pensamiento de TV SOLO Economico, cualquier mínimo planteamiento que mostremos aunque este lejano a la crítica, se le considera radical (estando en las hojas muy lejos de la raíz ) ya que solo existe el pensar en un dirigente y en euros, $,no hay vuelta de hoja con el dinero. Only for the money. Te dirán que si no es así no comes pero no es cierto. La historia da muestra de ello.

Frente al pensamiento estan los hechos del pasado. Pero debemos remitirnos a nuestra historia, no la escrita por el poder y sus riquezas. Lo que debemos es ver los errores del pasado si los hubo para llegar al futuro.

Las personas no somos "críticas " pero si llevamos "genes"de apoyo y solidaridad. Quienes acogen este verano a los niños saharauis? De donde salió la gente del 15m? Quizá es ver que hay en común y enlazarlo. Y denunciar lo no humano y lo no razonable

Boix dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que comentáis. La verdad es que es un tema tremendamente interesante y muy importante, en cuanto a que nos afecta directamente, pues son problemas a los que nos enfrentamos en nuestros días y no podemos pasar por alto. Es necesario poner estos asuntos sobre la mesa y en perspectiva.

Yo suscribo lo de la lectura y el posterior debate. Sería un placer.

Saludos!